sábado, mayo 26, 2007

ELLA...



La pasada noche tuve una exquisita conversación con una mujer de ojos velados, en el momento en que que se apresuró a contarme sus más intimos secretos me dí cuenta de que soy capaz de escuchar a cualquiera excepto aquel que me llama la atención por su delicioso estilo o por la belleza del tema que trata, y es que la sinceridad en pocas cantidades es peligrosa, pero en grandes cantidades se vuelve fatídica.

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