miércoles, mayo 19, 2010

El Festín de Babette







El placer de los sentidos

Si en estos momentos para mí hay alguna forma desde la que puedo o me siento capaz de crear y transmitir arte, es a través de la tranquilidad, la paz y el sosiego. Quizás porque carezco de ellos, pero así es.
Elementos fundamentales y básicos que te dan pie y te permiten saborear los placeres más esenciales de la vida cotidiana: una buena compañía, una fabulosa y suculenta comida y un contacto con la naturaleza.
Placeres mundanos que parecen tan básicos y tan inherentes a nuestra condición, pero que fácilemente se olvidan y, especialmete en nuestra actualidad, debido a la prisa, el estrés, la fugacidad del tiempo, la soledad.... en la que nos sumergen en ocasiones las ciudades.
Este es el viaje de Babette. Una mujer culta, en la ciudad de la luz y el Arte, Paris; que lo abandona todo para irse a un lugar recóndito del norte, donde aparentemente no hay nada, pero que por el contrario, allí lo encuentra todo. Desde la sencillez y la simplicidad, Babette es artista. Porque es capaz de transmitir, de dar, de hacer sentir aquello que ella conoce a los demás.
"El artista nunca es pobre", dice Babette. Exactamente así es. El dar y el Transmitir, nunca puede hacerte pobre; y la "pasión" por aquello que se crea, como la cocina de Babette, otra de las características básicas que definen al artista.
¿Y el público? ¿El espectador? Aquel a quien sorprender, emocionar y hacer sentir.
La esencia del arte puede estar o no en todo aquello que nos rodea, en el lugar más insospechado.
Simplemente es un viaje interior en el que hay que escuchar, abrir los ojos y saber mirar, tocar, oler....en definitiva, sentir.

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