martes, abril 03, 2007

La forma, el aroma de azahar, la experiencia


Al pasar cerca de unos naranjos en flor, el aroma de sus flores me ha llenado de un sentimiento dulce y alegre. ¿Cómo plasmar esa sensación, esa belleza percibida? A veces la forma limita el contenido y sólo lo expresa parcialmente, lo solidifica de tal manera que sólo podemos hacernos una pequeña idea de su realidad. Si profundizamos en el interior de la forma, es posible intuir un vasto espacio, sentir una vibración, algo que, incluso, percibimos en todo nuestro cuerpo, deja así de ser un concepto y lo reconocemos como experiencia, la experiencia de la belleza, la experiencia de la plenitud, la experiencia de un cuadro, de una escultura. La experiencia nos implica multidimensional y personalmente.

Bajo nuestra mirada el paisaje se nos muestra. Unas veces, su exuberancia nos llena los ojos de lágrimas; otras, su aridez nos reseca hasta el corazón, pero es la voluntad de recorrer la propia senda la que nos revela su significado y nos salva de perdernos en el laberinto. Se podría decir que es un camino de reconocimiento, de lealtad, de Fe, pero ¿hacia qué?, ¿hacia quién?, ¿hacia qué verdad? Todas las preguntas que me he ido formulando me han dirigido hacia mi interior, hacia una profundidad que no puedo definir, hacia una amplitud que no puedo mesurar, pero que aparece como una certeza interna, como una fuerza que direcciona y realiza.

No hay comentarios: