viernes, abril 30, 2010

El banquete de la belleza

Florecen las olas de la pasión y se experimenta el calor en las mejillas, el alivio del estómago y la alegría del corazón, cuando las personas dotadas de esta fecundidad según el alma también se prendan de las almas bellas -más que de los cuerpos- y se esfuerzan por conducirlas hacia su máxima perfección, desarrollando en ellas todas sus posibilidades latentes.* Pero, un artista que se interesa en su nombre, en su grandeza, en satisfacer su ambición, que se compara con otros, ha dejado de ser un artista, es meramente un técnico como todos los demás. Lo cual implica, en realidad, que para amar algo tiene que terminar toda ambición, todo deseo de ser reconocido por la sociedad, sociedad que, en cualquier forma, está podrida.** Así como los néctares de la vida se consagran en la naturaleza y su devenir sensible, el arte es un destello hacia la verdad de este mundo, cuya verdadera trascendencia del ser se encuentra en la poesía que destilan los sentidos.
Quedémonos por un instante con la frase que pronuncia el personaje de Babette: “Un artista nunca es pobre”.

*Introducción de Antonio Rodríguez Huéscar para El Banquete de Platón; colección “Los libros que cambiaron el mundo”; 2009, edición Prisa Innova S.L., bajo licencia Aguilar S.A. de Ediciones, 1966-1969.
**Krishnamurti. “Sobre la ética y los medios de vida”; 1995, Ed. Edaf, S.A., Madrid.

No hay comentarios: