
Los sentimientos son los que mueven los hilos de este mundo artístico en el cual nos movemos. Cualquier obra está cargada de sentimientos y significados, adquiridos por el artista u otorgados por el espectador.
Pero lo más entrañable es el poder de liberación que esto ejerce sobre nosotros: el hecho de poder expresarnos según nuestro estado de ánimo o lo que sintamos en aquel momento es sin duda algo inigualable; más aun poseer la capacidad para dotar de vida un cuerpo inerte, y permitir que éste hable por si mismo.
El contemplar una obra, sentirla, entenderla, adentrarse en ella y reflexionar sobre lo que sucede a su alrededor, es lo que provoca el sentimiento de la escultura. Y es que en realidad modelamos sentimientos, pintamos sentimientos y descubrirlos está en manos de quienes observan.
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