Reflexión a través de una escultura.
Los seres humanos de la antigüedad, nuestros semejantes atemporales, encontraban respuesta a los fenómenos de la Naturaleza alzando la cabeza al cielo de los astros. Elaboraron pensamientos cosmológicos, obteniendo una refinada medicina y una humana percepción de los entes naturales, entre ellos la materia de las cosas, y les dieron palabra.
Observo, hoy en día, la reminiscencia de alzar los ojos en sus cuencas, rotándolos arriba de los párpados, y un leve gesto del cuello, reclinando la cabeza hacia las vértebras, para hallar esos astros en nuestra mente, por la incapacidad de hallarlos en el cielo.
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